Normalmente la pregunta del título ningún empresario en nuestro medio la propone en sus reuniones de gerencia, todos confían en el buen manejo de la empresa, el buen uso de sus recursos, las correctas políticas de inversión, la buena relación con el binomio proveedor-cliente, etc.

Sin embargo, no estar protegidos de cualquier eventualidad debe convertirse en el principal dolor de cabeza de cualquier empresario que se considere serio. Responder a cuestionamientos como estar protegidos ante el desastre, el aseguramiento de sus activos, el resguardo de su información crítica, la existencia de un Plan de Emergencia y que sea conocido por los empleados deben de convertirse en respuestas de accionamiento claro y concreto, preciso y objetivo ante la presencia de cualquier evento inesperado.

La premisa importante en este caso es tener presente que “protegerse de una eventualidad es tan imposible como preverla”. Lamentablemente nuestros empresarios confían en que formular un adecuado Plan de Emergencias solamente, es la mejor solución a este problema y por lo tanto de suceder lo imprevisto es responsabilidad del área de Seguridad, sin embargo lo peor está por venir: la empresa en su conjunto no sabe que existe un Plan de Emergencia ni cómo llevarlo a la práctica.

La clave del éxito de cualquier empresa ante la presencia de circunstancias de consecuencias catastróficas es contar con un análisis serio de los riesgos existentes y de aquellos cuya ocurrencia puede considerarse como probable, poco probable y remotamente probable.

Planificar aquello que se desconoce es intrigante, preocupante y casi irrealizable, sin embargo el inicio de la formulación del plan corresponde a la gerencia, quien no debe basar su gestión de riesgos en contar con elementos de control y vigilancia electrónica y humana si no que en adición debe postularse interrogantes a qué hacer ante desastres naturales y provocados por el hombre, ordenando las tareas específicas que se deben de llevar a cabo, quien las debe realizar y con cuanta celeridad para proteger adecuadamente la empresa con el fin de mitigar las perdidas.

Terremotos, inundaciones, terrorismo, intoxicación tecnológica y suponer desastres en los cuales somos conscientes que la realidad supera ampliamente a nuestra fantasía deben ser usados como elementos iniciales de planificación y control de riesgos pues ellos comprometen directamente al crecimiento, estabilidad y existencia de la empresa en su entorno.

Si nos preocupamos adecuada y responsablemente por planificar la continuidad comercial, entonces nos estaremos preparando para aminorar el daño a la empresa, reducir las pérdidas de la propiedad y asegurar la vida de nuestro personal, es decir nos prepararemos para anticiparnos al evento indeseable con una mayor capacidad de reacción y un mínimo porcentaje de desperdicio de recursos al enfocarlos apropiadamente al control del desastre.

Preocuparnos por reconocer y superar nuestras vulnerabilidades a través de medidas acertadas e identificar los riesgos probables de ocurrencia son los primeros pasos en la planificación de la continuidad del negocio, luego enfocarlo desde las fases de Preparación, Mitigación, Respuesta y Recuperación; desarrollando, aplicando y poniendo en práctica a través de ejercicios programados y evaluados cada una de ellas para su puesta en práctica en caso de presentarse una situación real.

No existe una sola empresa que este protegida al 100%, pero si existen algunas pocas que son conscientes de la necesidad de políticas activas de respuesta ante emergencias, que proceden a revisiones anuales de sus planes y que son responsables en su actualización, puesta en práctica y conocimiento de sus empleados; con una visión clara de la relación existente con sus proveedores, clientes y vecinos en caso de fatalidades, solo así la organización estará mejor preparada resilientemente para continuar cubriendo sus necesidades, las de sus empleados, clientes y socios en forma eficiente.



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